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sábado, 2 de abril de 2016

El Trato

“¿Qué tomo buscáis?” Preguntó muy serio. “Anaste apo ton tafo, conocido como el tomo prohibido de Vecna; resurrección de la tumba.” Respondieron.

Al oír esto, el mago no pudo evitar una expresión de asombro. “¿Para qué diablos podéis necesitas ese libro?” La ansiedad se reflejaba en sus palabras. “Sabemos que el príncipe oscuro Orcus pretende reencarnarse en este plano y en ese libro podemos encontrar la forma de evitarlo.” Explica Cáralos. “Si es cierto que Orcus pretende resurgir, debe evitarse pero dejadme que os advierta, el libro que buscáis no contiene esa información, al contrario, es un manual para llevar acabo hechizos de nigromancia, su finalidad es devolver la vida a los caídos. Aun así, si creéis que puede ser útil, os lo conseguiré. Pero tendréis que esperar unos días, tomad esta piedra mágica, me pondré en contacto con vosotros a través de ella cuando tenga el tomo.” Los eladrines agradecieron la ayuda y se marchan de la torre preocupados por lo que acababan de escuchar, sin duda era algo que debían contar a sus compañeros.
Conforme se acercaba al puesto, Álesmir lo reconoció de inmediato, era el mismo que ojeó el día de su llegada a Valle del dragón, instantes antes del ataque a raíz del cual conoció a su grupo de aventureros, así que se aercó. En el mostrador se podían ver todo tipo de objetos extraños. El tendero pronto notó la presencia de un potencial cliente y se dirigió a él con un cordial saludo. “Buenos días señor ¿En qué puedo ayudarle?”

“Me envía  Kelson Thistton, ando buscando un tarro hermético de vida y él me ha dicho que usted podría ayudarme.” Respondió tranquilamente el semi-elfo. “¡Hombre! Si es de parte de mi buen amigo Kelson no hay problema.” Soltó alegremente el tíflin con una amplia sonrisa al tiempo que sacaba de bajo del mostrador un tarro de vidrio transparente y lo colocaba encima de este. El tarro, aunque presentaba una apariencia normal, desprendía un leve halo traslucido, casi imperceptible a su alrededor, que parecía vibrar de manera pausada y rítmica. “Aquí tengo uno, por el precio de 1.000.000  de pos es tuyo.” Concluye. “¿1.000.000 de pos? ¡De dónde voy a sacar ese dinero! ”Exclamó el semi-elfo llevándose las manos a la cabeza. “Lamento decir que no puedo venderlo más barato.” Maldita sea, ese artefacto era demasiado caro y ni juntando todas las riquezas del grupo se acercaban al precio del artículo, si al menos el elfo estuviera allí podrían robarlo. No era la opción más heroica de todas pero era evitar el alzamiento de un príncipe demoniaco era causa justificable “¿No hay ninguna forma de llegar a un acuerdo?” Preguntó a la desesperada. “Bueno, hay una posibilidad. Estoy organizando una expedición que me aportará grandes beneficios, con ella pretendo recuperar una antigua corona de un valor incalculable, si consigues un grupo de hombres para dentro de dos días podrías participar en la expedición. Si me ayudas, tanto el tarro como cualquier riqueza que hallemos a excepción de la corona por descontado, son tuyos.” Tras sopesarlo y a sabiendas que sus compañeros no iban a alegrarse, el semi-elfo aceptó la propuesta. El tíflin se acercó la mano a la boca para escupir en ella y la tendió al guerrero que lo observó con sentimientos enfrentados entre el asco y la sorpresa, finalmente imitó el gesto de su interlocutor y estrecharon las babeadas manos. Acto seguido, y para su sorpresa, el tíflin le acercó el tarro. “El trato está cerrado, así que puedes llevártelo.” Dijo con una sonrisa en la cara, sin comprender nada, Álesmir cogió el frasco y se despidió amigablemente.