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martes, 24 de marzo de 2015

¿Trabajando para los malos?


Una vez finalizadas sus tareas, los cuatro héroes se reúnen de nuevo, se reparten las ganancias equitativamente y deciden el siguiente paso a tomar. Puesto que ya es mediodía y todavía no tienen nada que contar a Sombra, Élencor propone volver a la Bodega del goblin astuto y ver si finalmente han sido aceptados en el culto a Orcus.
La taberna se encuentra más despejada que la noche anterior, pero aún así, el número de maleantes es notable. “Bueno, visto lo bien que se desenvolvió el semi-elfo la otra vez, creo que debería acercarse él a ver cómo anda el asunto.” Dice el explorador. Los demás asienten y este marcha hacia el tíflin que sigue en el mismo lugar detrás de la barra que ocupaba la noche anterior.
“Vengo por el asunto que te comentó mi amigo, ya sab…” -comienza a decir Álesmir al llegar a la barra donde el tabernero limpiaba un jarra con un trapo que acumulaba más mugre de la que pretendía limpiar- “SHHH, baja la voz – replica el tabernero agazapándose – aquí no se puede hablar de eso, vamos atrás.” Ambos marchan a la despensa, alejados de las miradas curiosas.
“Así que queréis entrar en el culto de nuestro señor Orcus ¿A qué se debe este interés? Pregunta el viejo tíflin.
“Llevamos meses adorando al príncipe oscuro, pero ya estábamos cansados de ser meros aduladores, queríamos algo más… Ritual. Ser de utilidad a nuestro señor.”
“Ya veo… De acuerdo, como tienes buenas referencias hemos decidido daros una oportunidad, pero primero tendréis que superar una prueba.”
“Pues di cual es.”
El posadero le informa de que en tres días llegará un carruaje y que deberán saquearlo y apoderarse de su contenido. Cuando Álesmir comparte la información con el grupo, Élencor se muestra reacio a la idea. “No quiero tener nada que ver con saqueos, eso es cosa de bandidos.” Tras una larga charla, logran concretar un plan para asaltar la caravana sin tener que provocar daños a terceros y así evitar toda similitud con los tan detestados – por Élencor – bandidos. Ahora que tenían toda la información, es momento de ir al segundo banquete en su honor. Al parecer, comer gratis es una de las ventajas de ser un héroe.

jueves, 12 de marzo de 2015

Expediente Edduard Harowl - La Llamada de Cthulhu (Parte 2)

    El detective John y el biólogo Agno llegan a la casa del desaparecido. Atraviesan el umbral de la puerta para entrar en territorio hostil. Una casa dejada que acumula trastos y suciedad a partes iguales en cada mueble. Dentro de aquel caos, el despacho del señor Harowl tenía cierto orden, o más bien, tenía su proceso de acumulación de trastos. Montañas de documentos repartidos por el suelo y la mesa entremezclados con ropa sucia, libros abarrotados en una pequeña estantería y todas las paredes forradas con bocetos. Los dibujos seguían un patrón, era el mismo hombre, visto desde diferentes perspectivas, al borde de un acantilado dejando caer una piedra.
                
    Registraron la habitación a fondo, tal y como ya había hecho la policía la primera vez. Resignados y dispuestos a abandonar la búsqueda trastearon por última vez los cajones del escritorio; uno de estos sin ofrecer mucha resistencia se abrió dejando entre ver un falso fondo. Descubrieron allí el diario del señor Harowl. Agno empezó a devorar las páginas mientras John continuaba con la investigación. Abstraído en la lectura del diario, el rostro del biólogo se descomponía a medida que avanzaban las hojas. La lectura finalizó y el francés lanzó una maldición que captó la atención del detective. “Este pobre diablo ha perdido el juicio. Habla de visitas a lo que él llama La Tierra de los Sueños. También una ciudad llena de gatos que le vigilan y… Dice que ha muerto. Bueno, no él. Su Yo onírico y no sé qué otras sandeces más. Tendré que volver a leer el diario con más tranquilidad. ¡Ah! Por cierto ¿Sabes lo mejor? Falta la última página, supongo que aquí contará el cómo volver a entrar, ya que era su gran angustia. Dice que desde que murió oníricamente no ha podido volver a entrar.” El detective John miró desconcertado al francés, intentando encajar de manera razonable toda aquella información digna de una historia del mismísimo Lovecraft. El detective abrió la boca para hacer una pregunta, pero Agno lo interrimpió añadiendo “Por cierto, tenemos que ir a la biblioteca en busca de un libro escrito por un tal –Agno repasa rápidamente una página del diario- Kuranes”.

    Con la misma intensidad y rapidez con la que habían llegado a la casa del desaparecido se marcharon, con un rumbo claro, encontrar a Julius y proseguir con la investigación.

viernes, 6 de marzo de 2015

Tenemos Twitter :D

Hola gente, tranquilos, no os asustéis, se que es raro verme salirme de mi papel de narrador de las "Leyendas de Avaloth" pero hoy quería hablar con vosotros cara a cara porque es un tema importante para nosotros. Y es que... ¡TENEMOS TWITTER!
Sí, hemos decidido ir un poquito más lejos y tratar de darnos a conocer un poco más ¿Y qué mejor forma que en la inmensidad de la red? Que sí... que ya se que el blog también esta en la red pero vosotros ya me entendéis ;D

Y ahora os preguntaréis porqué os digo esto. Muy simple, os invito a todos a seguirnos para poder estar siempre al día de como avanza el blog, de cuando publicamos algo, de nuestro vídeo de la semana, algún nuevo manual que pongamos o alguna cosilla nueva que se nos ocurra (tal vez tengamos alguna sorpresilla guardada bajo la manga, tendréis que quedaros para enteraros).

Así que ya sabéis, tanto si lleváis aquí desde que empezamos, como si acabáis de encontrarnos por mera casualidad, queremos que os quedéis y compartáis con nosotros los buenos momentos que el rol nos proporciona a todos.

https://twitter.com/TardesdRol


Un saludo y espero que sigáis por aquí.

¿Amistad, eso se come?

La armería estaba abarrotada de todo tipo de artículos de batalla. Desde cascos y  escudos, pasando por mazas, sables y hachas, hasta shurikens, bombas de luz  y una infinidad de artilugios que no harían precisamente cosquillas. Saltaba a la vista por la altura del mostrador que la regenta un enano y toda duda quedó despeja al escuchar el característico ritmo que solo un enano es capaz de generar con un martillo, un sonido casi musical procedente del interior del establecimiento, zona que quedaba oculta a la vista por una cortina. Álesmir soltó un saludo en enano, “Ya está otra vez el orejas punta” se escucha en la misma lengua. Parecer ser que aquel que les contó la historia de Zacarus resultaba ser el herrero de la ciudad. “Pues empezamos bien.” Murmulla para sí el semi-elfo.
Con cara de pocos amigos, el enano descorrió la cortina y se acerco al mostrador frotándose las manos con un trapo. Élencor dejo caer un fajo de objetos ante él. “¿Qué puedes darnos por esto?” El enano  miró al elfo de arriba abajo y procedió a revisar el fajo. Dos espadas cortas y una armadura de cuero. “48 peos” (piezas de oro, la moneda oficial, para aquellos que no anden familiarizados con la jerga del lugar) ”Las espadas están en buenas condiciones, pero la armadura – la observa detenidamente – está llena de tajos y cortes, en estas condiciones no sirve, así que tendré que repárala para poder venderla.” “Y que puedes decirme de esta arma” El elfo entregó una especie de maza al enano, quién la observó detenidamente. “Es una gran clava, un tipo de maza con forma de garrote y acabada en pequeñas estacas. Es un arma contundente, sencilla y de simple manejo. Hasta el más inútil de los guerreros podría usarla. ¿Deseas venderla?” Concluye el enano. “Por el momento prefiero conservarla, por si le resulta útil a alguno de mis compañeros.” Finaliza el explorador.
“Pues nada, trabajo hecho, vámonos con los otros Élencor.” Comenta tranquilamente el semi-elfo. “Perdona, soy el líder y no te atrevas a darme ordenes, sucio semi-elfo.” Le rehúsa este despectivamente. “¿Estás buscando pelea? Porque puedo partirte en dos con la espada si eso es lo que quieres.” le replica el semi-elfo ofendido “Si ni siquiera sabes cómo usar una espada, a los de tu calaña no deberían dejarles llevar armas. No eres ni una persona.” Escupe iracundo el elfo. “Lo dice el que necesita llevar dos espaditas y ni así consigue propinar un corte con ellas. Me sobro con la mía para…” “BASTA YA. POR MÍ COMO SI OS MATÁIS, PERO LO HACEIS FUERA DE MI TIENDA.” Y así, el enano concluyó la pelea.