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lunes, 26 de enero de 2015

Inocentes

Recuerdo esas noches de pequeño. El miedo que sentía al apagar la luz. ¿Eran las sombras realmente sombras o en la oscuridad de la noche algo acechaba? Algunos dirán que era pura inocencia, otros que la imaginación de las más peques no tiene límites… y bueno, aunque eso sea cierto, no está reñido con el mundo onírico, o el mundo inocente de la imaginación. Si se puede imaginar, puede hacerse real.  

  Aquel mundo que no es más que la suma de todo lo imaginado por cada niño y niña a lo largo de su vida, aquello que ha acabado abandonando, sin querer, con la llegada de la madurez. Alimentando así de tristeza y dolor el alma de aquellos pobres seres imaginados, creados y dotados de vida para ser traicionados por aquellos que una vez amaron. ¿Quién acecha en tus sueños?

Inocentes es un juego de rol, de la editorial NSR, en el que encarnaremos la piel de un niño o niña de entre 8 y 13 años. Valiéndonos de nuestros compañeros y nuestro poder para imaginar, e improvisar, trataremos de escapar de las garras del osito de peluche poseído que quiere destriparnos; o tal vez, tocará huir del hombre del saco, que viene a por los pequeños que se portan mal y desobedecen a sus padres y madres.

         Y si todo esto no te asusta… ¿Cuál es tu peor pesadilla? Porque, podrías tener la mala suerte de que se hiciera realidad.

Este juego no utiliza un sistema de dados, sino tabas (o cualquier otro marcador). Tendremos una cantidad de tabas igual a nuestra edad física, otro montón referente a nuestra edad mental y otro grupo que marcara nuestro nivel de inocencia (la inocencia es la capacidad del niño/niña de utilizar la imaginación para materializar cosas, o modificar unas ya existentes). Cuando queramos realizar una acción, dependiendo si es una acción física o mental tendremos que invertir un tipo u otro de tabas, equilibrando la acción para que tenga éxito. ¡Pero cuidado! Los monstruos también usan tabas…

Sin duda, un juego para pasar un buen rato. Jugar con nuestro niño pequeño y… ¿Por qué no? Torturarlo un poco.